lunes, 12 de noviembre de 2012

VISITAS Y VISITA A XI’AN

Hay muchas entradas en este blog dedicadas a las visitas que, con muy buen criterio, deciden invertir su tiempo y su dinero en venir a vernos. Con la cantidad de destinos que hay cuando uno se pone a escoger sus vacaciones, que escojan China y ahora me parece todo un honor. Así que en mayo, una vez más, nos pusimos manos a la obra para que, cuando suban en el avión de vuelta, piensen que sí, que quizás hay destinos mejores, pero que desde luego si hubieran visitado este país en otro momento, no lo habrían pasado mejor.
Desde el punto de vista del que “recibe”, todas las visitas son distintas aunque no te muevas de la ciudad en la que vives. Me encanta ver sus fotos cuando se van, ya que es como redescubrir lo que veo a diario, pero desde otra perspectiva y con otros ojos; las cosas que ya no me llamaban la atención –como me dicen algunos, “me estoy achinando”- vuelven a sorprenderme y a veces incluso tengo que preguntar “pero, ¿dónde es esto?” y apuntar la dirección para ir yo a investigar después; y así por ejemplo, las fotos de dos amiguetes arquitectos me hicieron fijarme de nuevo en los rascacielos que veo al pasar, y darme cuenta de que no hace falta tener 50 pisos y aparecer en todas las postales para ser simplemente espectacular o, cuanto menos, digno de una mirada más que de pasada. Esta visita en cuestión, la recordaré como la más “gastronómica”; y es que a la hora de sentarse a la mesa, los buenos comedores no diferencian fronteras ni entre tenedores, palillos, espaguetis o noodles, manteles o puestos callejeros… la curiosidad por las artes culinarias orientales no tenía límite y ¡todo tenía potencial para estar buenísimo!
Y así, durante los días que coincidimos no dejamos un puesto sin probar: dulce o salado, frío o caliente, frito, hervido o al vapor, sentadas o de pie. Un catador profesional no lo habría hecho mejor! Además, tuvimos la suerte de poder coincidir el fin de semana en Xi’an y personalmente, poder tachar ya de la lista ese destino que, 3 años después de instalarme aquí, aún tenía pendiente; cuánto mejor hacerlo en buena compañía, en un alojamiento pintoresco y además aprovechar para llevarse de vuelta a Shanghai una maleta de regalos que debieron de dejar temblando a todo el mercado de las perlas de Pekín, mientras ellas seguían ruta hacia el sur.
De la obligada visita a los Guerreros de Terracota me quedo sin duda con dos cosas: la primera, ¡que están rellenos de mercurio! (creo recordar que unos 3 litros dentro de cada uno), y que una de las fosas no la han desenterrado porque entre los guerreros hay “ríos” de dicho metal; lo segundo, los comentarios del guía… en resumen, que la gran mayoría no está excavado aún, en parte xq no saben cómo conservar la pintura de los Guerreros, y que necesitaban la ayuda de países extranjeros (entendiendo por tales a arqueólogos, grupos de investigación y demás) para encontrar una solución. Pero lo mejor, fue su conclusión: "hace 4 años que soy guía aqui y no he visto a ningún extranjero (refiriéndose a los anteriores) venir a excavar”. Y añadió sin pestañear: “será que son unos vagos...".

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