El pasado 4 de abril
se celebró en China el Qing Ming Festival, o Tomb Sweeping Day. Como
este año me he propuesto aprovechar mi estancia en China para algo
más que para comer con palillos, darme masajes o chapurrear
malamente el chino, hice mis deberes y os puedo contar que es un
festival que se celebra una vez al año y, como casi todos en China,
tiene lugar más en el ámbito privado de las familias y depende del
calendario lunar.
En este día, van a
las tumbas de sus antepasados a honrar a aquéllos que, habiendo
vivido antes que ellos, hicieron su vida posible; les llevan comida,
vino, varitas de incienso y réplicas en papel de versos o poesías
que les gustaban en vida, o de dinero y las limpian de polvo y
hierbas.
La tradición empezó
allá por el siglo 7 a.C. cuando el joven príncipe Chonger fue
expulsado de la corte imperial debido a las maquinaciones de una
concubina. Acompañado por un fiel oficial del gobierno llamado Jie
Zitui, el príncipe vivió en el exilio durante 3 años antes de
ascender al trono. Pasado el tiempo, mandó llamar a Jie a su
servicio pero cuando su fiel compañero rechazó su petición, el rey
prendió fuego a la montaña en la que vivía el oficial para hacerle
salir. Abrumado por los remordimientos, el rey instituyó este
festival para honrar la memoria del oficial.
Como yo no tengo
ningún antepasado que honrar por aquí -al menos que yo sepa- ni
tumbas que ir a visitar para limpiar, antes de irme de viaje me
encargué de que la gente de mi oficina hiciera lo propio y tirara
toda la m**rd* que tenían acumulada del último año y medio y me
puse rumbo al norte de China, a la provincia de Shanxi.
Un par de horas de
vuelo separan Shanghai de Taiyuan, la capital de la provincia y a la
que hay que volar para empezar el tour. De ahí, tras hora y media de
coche por una carretera con sorprendentemente poco tráfico, llegas a
Pingyao, según dicen la ciudad amurallada mejor conservada de China.
La muralla tiene un
perímetro de 6 kms, por lo que la mejor forma de ver Pingyao es
alquilando una bici para recorrer las callejuelas.
En un día se puede
ver todo, pero sin duda merece la pena quedarse una noche a dormir
para dar un paseo de noche con los farolillos encendidos y
redescubrir el silencio en la habitación de una de las residencias
familiares de las épocas de las dinastías Qing y Ming, que se han
conservado y reconvertido en hoteles. Sin duda me quedo con éste:
www.yide-hotel.com. El
desayuno se paga a parte y si eres una termita como yo, es un poco
clavo pero, ¿a quién le apetece congee para desayunar?.
A los que vayáis
guiados por la Lonely Planet os diré que las excursiones que propone
alrededor de Pingyao no merecen la pena demasiado. El sitio donde
rodaron “La Linterna Roja” es chulo, pero con el debido respeto y
perdón de los cinéfilos, es similar al hotel que recomendé más
arriba, pero más grande y con mucho turismo… En cuanto al
“Castillo subterráneo”, si es subterráneo pero lo único que
tiene de parecido con un castillo son los túneles, que en aquél
serían pasillos.
De Pingyao, la forma
más económica de ir a Datong es en tren nocturno con literas y así
lo habríamos hecho nosotros si nos hubieran llegado los billetes que
reservamos… Como nuestro vuelo de vuelta a Shanghai era desde
Datong, no tuvimos más remedio que alquilar un coche con conductor
para recorrer los 200 y pico o 300 kms que separan las dos ciudades.
La carretera es
buena y nosotros al menos apenas nos encontramos con tráfico; lo
bueno de hacerlo así de día es que durante el camino pudimos ver
entre las plantaciones, a familias que efectivamente estaban en las
tumbas haciendo ofrendas, limpiándolas o simplemente conversando.
Además, aún quedan en pie en esta zona restos de la Gran Muralla.
El Monasterio
Colgante de Datong no es para los que tengáis vértigo,
especialmente si sopla el viento. Con permiso de una amiga que me
dijo que no le había fascinado “porque para eso ya tenemos las
casas colgantes en Cuenca”, yo creo que sí merece la pena la hora
y pico de coche que hay que hacer para verlo, siempre y scuando no
vayáis un día que haya mucha gente. Nosotros tuvimos la suerte de
que, además de hacer sol, había muy poca gente así que no tuvimos
que esperar las dos horas de cola que, según el conductor, hubo el
día anterior!
Y las cuevas de
Yungang también merecen una visita; construidas en el s. V a.C,
tardaron más de 60 años en tallar las más de 50.000 estatuillas de
Buda en las rocas; para muestra un botón:
Eso sí, aseguraros
de cenar antes de ir al aeropuerto xq allí no (literalmente) hay
donde hacerlo; no os vaya a pasar como a nosotros que, encima de no
haber comido, lo único que encontramos comestible mientras
esperábamos el vuelo, fue una bolsa de dos kilos de nueces!
4 comentarios:
Las nueces son buenas para el colesterol...
¡Pues con las q me comí ese día, no me debería de tener rastro hasta el año que viene!
que envidiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!! y yo aquí con estos pelucos!!
Rochi no te preocupes q ya tenéis noviembre reservado en el libro de visitas!
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