Después de 10 días rondando x Italia, estoy de vuelta una vez más en Oviedo. De Sicilia, dos conclusiones: la primera, q hay q ir cuando haya buen tiempo asegurado y sin riesgos de q se adelante el otoño, para poder disfrutar los principales alicientes x los q elegir este destino (playas, templos y buceo; la comida sigue estando igual de buena en invierno); y la segunda, que -al menos la costa del noroeste- es más bonita de lejos q de cerca.
Aún así, en cinco días me dió tiempo a un montón de cosas: baños en el mar, pasear x la playa, una inmersión de buceo frustrada por la lluvia y las nubes, reconciliarme con el risotto, pasar frío, ponerme morena, despertar los 5 sentidos al pasar x delante de los puestos de fruta y verdura (no hay nada como la fruta q maduró al sol del mediterráneo, y q la puedes oler desde la esquina de enfrente), chapurrear alguna chorradilla en italiano, descubrir q conducir x las carreteras secundarias de Sicilia es aún peor q x las portuguesas, dormir en cuartos con contraventanas de madera, en un aeropuerto, en un coche de alquiler, y en un Palacio en Palermo, visitar templos griegos x primera vez -q yo recuerde-, comer pizza hasta q me salió x las orejas, y tmb dejar salir a la nudista/exhibicionista q estoy descubriendo q llevo dentro y darme un homenaje huyendo de la lluvia en un Hammam (http://www.hammam.pa.it/), embadurnándome y todo con arcilla de nosédónde.
La segunda parada fue en Ancona, pueblo situado en la costa del Adriático donde teníamos la boda. El recibimiento de frío y lluvia nos hizo estar un par de días luchando contra un amago de gripazo, pero gracias al milagro de "los huevos de Sta. Clara", el día D, a la hora H, salió el sol! La novia muy guapa, como no podía ser de otra manera, el novio nervioso, y uno de los padrinos -cuyo nombre no voy a mencionar- emocionado, y agarrado al pañuelo como si le fuera la vida en ello; el cura encantado de poder celebrar una boda italiano-española, x aquéllo de poder variar un poco y meter comentarios de cosecha propia, y el resto de invitados coreando como podía la parte de la misa de su idioma. Y si la comida italiana me encanta, la de la boda tengo q decir q fue toda una demostración de q hay vida después de la pizza! No puedo dejar de mencionar q x una vez, no se discriminó al POSTRE (q es éso de aperitivos, entrada, dos o tres platos y UN miserable postre?!), y aquélla mesa repleta de variedades (desde mini-pastelillos a puddings, mousse, sorbete de limón, fruta, tarta...) me hizo tambalearme en los tacones!
La propinilla fue un día en Roma: madrugón después de la boda, dos horas y pico de tren y allí q nos plantamos con un día soleado q no dejaba quedarse durmiendo la siesta ni con la peor de las resacas... paseo bordeando el Foro y la plaza de Venecia hasta el Trastevere, visita a la Iglesia de Sta Mª, más paseo y un helado para acompañar en el camino. Tmb hubo tiempo para subir hasta la Pza. del Pueblo, pasar por la Pza. Navona, Fontana de Trevi, ver el Tritón, las 4 Esquinas de cuyo nombre no me acuerdo, y x supuesto, tropezar cada dos pasos x ir mirando hacia arriba, ya que los auténticos monumentos de Roma no están a la altura del suelo, sino en los áticos y terrazas de los edificios.
A pesar de lo anterior, la conclusión del viaje es q esto de viajar x Europa, mejor dejarlo xa cuando llegue a CEO x lo menos, xq acostumbrada a lo del año pasado, pagar 50 € x un bed&breakfast en un pueblillo de Sicila en temporada baja, no es pa mi...
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