Venir a Shanghai en octubre, ha sido como aterrizar en otra ciudad totalmente diferente: el cielo está despejado, se ven algunas estrellas de noche, la temperatura invita a salir a la calle o más bien a no entrar en casa (jijijj), puedo ir pedaleando con la bici que me ha dejado un amiguete sin riesgo de que me de una lipotimia, me puedo sentar a leer al sol sin riesgo de deshidratarme, sopla una brisilla ligeramente otoñal, el olor de los hutones es hasta menos pestilente, y -en general- uno puede hacer una vida "normal", sin tener que calcular la distancia y medir sus fuerzas hasta llegar al siguiente aire acondicionado.
Y claro, cambia la estación y con ella aqui también la comida; yo que ya tenía controlada prácticamente toda la fruta, cuando bajé a la tienda de la esquina me encontré ante el reto de la fruta nueva que no conoces. "Bah, una inocente fruta"- estaréis pensando...
Pues hay veces que ni inocente, ni casi fruta; dos ejemplos: el durian, por ejemplo, tiene por fuera la apariencia de un melón gigante con pinchos que no pinchan (no sabría describirlo mejor, y aqui no tengo fotos); se podría decir que no deja indiferente a nadie, o la odias o la adoras. Recuerdo que había una zona en Singapur camino de mi casa, en la que había tenderetes en la calle donde los vendían 24 HORAS! como si fuera algo de extrema urgencia y necesidad, en vez de farmacias de guardia, "Durians de guardia!" Y en los taxis y metro, tenías una pegatina en la ventana de "prohibido entrar con durians", para que os imaginéis el olor... En Camboya, la curiosidad mató al gato y en ése caso a mi, al probar una frutilla que según el conductor de mi tuc-tuc era manjar de dioses, cuando nos paramos en un puestecillo de la carretera a comprar agua: si le dáis un bocao a un puñao de tierra seca, sabréis la sensación que tuve cuando me metí aquéllo en la boca.
Por suerte, también han aparecido cosas que reconozco, como las coliflores, el broccoli -las berenjenas no pueden tardar mucho- y ... LAS CASTAÑAS! Es una pena no tener foto, pero los puestecillos suelen tenerlas de tres tipos y por tanto de tres precios, y ahí te dan una bolsuca que te vas comiendo por el camino tan a gusto. Son más pequeñas de lo que yo estoy acostumbrada, pero de sabor están ricas, ricas.
A parte de la comida, también han cambiado algunas tiendas y así, las que vendían lino en verano ahora te tejen jerséis o lo que les pidas de cachemir, en el mercado de las telas han cambiado tmb el lino por la lana, las telas para hacerse trajes son más calentinas, y hay puestos donde te hacen una chupillas de cuero de lo más apetecibles... :) intentaré poder ilustraros a mi vuelta con algún modelito, jjajaj.
Por lo demás, escribo este mail a modo de despedida ya que a la menda le han dado dos entradas en el visado, y no puede dejarlas pasar, así que este finde me voy a HK a darlo todo con el fichaje estrella que os presenté en verano (a la correspondiente entrada me remito).
Cuando me recupere a la vuelta os cuento. Mientras y no, os dejo con un par de fotos que saqué el otro día en un hutong camino de mi oficina, de los "super mejillones otoñales"; no, no me he atrevido a probarlos ya que si uno normal en mal estado te puede hacer pasar un rato peor que malo, con este tamaño me manda al otro barrio como cerca.
Buen finde!
P.D.: como véis, ya tengo ordenador, ufffffff.
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